Foto: Carlos Rivero.
El gusto por una obra de arte es una percepción personal e intransferible.
Marchantes, seudomecenas, coleccionistas, galerías, entes públicos, ferias y demás adheridos pretenden tutelar, imponer y uniformar el arte,
inventando artistas a los que apadrinan y prestigian para venderlos como patrimonio exclusivo y excluyente, como único referente fuera del cual nada existe.
Estos espabilados ignorantes no se dan cuenta que no existen artistas, sólo existen obras interpretadas libremente por cada uno de los que las mira.
¡VIVA EL ARTE LIBREEEEE!
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